sábado, 3 de noviembre de 2007


TUS OJOS BRUJOS

Tus ojos
embrujan
y me dejan
la noche
que viene fría
y se apura en mi piel
y me hace temblar
y tus ojos se confunden con las estrellas
y tu mirada ríe
como un mar en calma
que me da su mejilla
blanca como luna apasionada.

Tus ojos
son las orillas
de este universo que invento
con claveles y orquídeas,
con encuentros y despedidas,
con el deseo de volverte a ver
y de reflejarme en el río de tu sonrisa
¡Qué agua tan dulce y fresca para el alma!
eres la belleza misma
o sólo eres un ángel que vino a poblar estos versos.


Toda tú,
para pintar la vida
y la ternura
que llevas escondida,
para madrugar en este volcán de rosas
y de pinceles que devoran mis dedos,
para decirte tantas cosas
y caer en esas lagunas
que tus ojos crean.

Tus ojos
hacen cantar a los pajarillos
de esta mañana que llega
con todos sus colores fríos
pero tu ardiente corazón
los hace tan cálidos
que renacen los planetas grises
y reverdecen los manglares
y el mar baña los pies de este silencio
y las gaviotas se enredan en tus cabellos,
tus ojos dulces como ciruela
se quedan en mí
como semillas
que crean un poema,
una cuculí y un cariño.





ODA PARA VIRIGINIA

Niña traviesa,
tú que subías al árbol
y cogías los ajenos ciruelos
con tu mirada color cielo,
tú que mordías a escondidas
los jugosos mangos
y hacías renegar a Chabelo,
escondías sus cosas, su llanta, su perezosa,
Tú, niña tumbesina
que ríes con todas tus ganas
toda graciosa en la hora matutina,
tú que me cuentas tu infancia
y yo que llevo dentro tus palabras y tus gestos
como relámpagos puros
que me hacen temblar.

Virginia, tú me miras
con tus ojos de fiera buena
con tu alma de río tierno
y con tu encanto de playa tranquila,
tu, mi pequeña orilla
me haces feliz
con tu oceánica sonrisa.

Virginia,
tú dejaste las alocadas travesuras
tu casa, tu pueblo y su mar risueño
el recuerdo de tu madre en el paraíso,
y llegaste a esta ciudad de dudas
y te hiciste en la vida,
ahora eres profesora de caminos pequeños
que dibujan la ternura en sus pasos.

Los niños vienen a ti
y juegan con tus manos llenas de fruta
y dibujan círculos de amor en los ojos,
palitos y estrellitas en el papel,
sus travesuras te recuerdan
lo que tu hacías en el campo de tus ilusiones
y así los guías
para que no teman la vida
para que rían y rían
como tú reías
pequeña y dulce como ciruela.