lunes, 26 de octubre de 2009

TRES MUSAS


Me gusta la hija del carnicero,
su joven carne, sus muslos en flor,
sus labios domados,
la médula de sus rojos goces,
me gusta darle un guiño insinuante
para que me rebaje medio kilo de huesos
y más tarde desmembrarla con besos.


Me gusta la mujer del verdulero,
sus ojos lujuriosos de apio, sus ojos de aguacero,
su olor a hierba buena, sus cebollas trémulas,
me gusta fundirme en su pulpa de tomate
y perderme en sus cáscaras dulces y en sus hojas de sudor
cuando su marido se ausenta y juega a las cartas.


Me gusta la hermana del panadero,
sus hombros de harina loca,
sus trigales y cascadas en cabellera,
sus labios de pan, su risa que muerde mi aroma,
me gusta amasarle los pechos, los poemas y las migas,
saludarle al amanecer y verterla en levadura de besos
que la hornean, la elevan y la inflaman.


Mis tres musas de barrio o de mercado
se juntarán algún día para darme paliza
o hacer una conjunción de placer
en mi viejo colchón que rechina de prisa.