jueves, 30 de abril de 2009

ODA A UNA FORENSE CSI


Tus ojos ultramarinos
han revisado
mis huellas de amapola
en tu cuello
perfecto y níveo,
también mi sudor
dejado en tu espalda
de pétalos asesinos,
es extraña esta muerte
de todos los días
para auscultar el rastro
de tus labios
prendidos de mi camisa
despedazada
por un crimen pasional.

Has abierto
mi cuerpo
con un trazo
de estrella cortejada
y has hurgado mis órganos
que tocan
un océano azul y rojo,
el codiciado húmero
que acarició
su rompimiento
sobre los muros,
su tibia
calentada
para entender
sus andanzas
en la piel de alguna amante.
Tu hipótesis
se acerca a la razón
de una orquídea envenenada,
del atropello de tus pestañas
o de la mordedura de una loba.
Tal vez mi mano
ha tocado
tus besos de archivo
apasionados en mis huellas,
digitales fragancias
de tus cabellos trigales
desde la silla
torturada.

Me esposas
y me preguntas
a que hora
se involucraron mis odas
con tus ojos de estuario
y por que me desnudé
con la medición de tu cintura
y tu suavidad de delfín.

La única respuesta
esta en la calle
un pedazo de hoja escrita, un insecto exánime,
un vello involucrado, un zapato perdido,
un botón roto, una emulsión extraña.
Tal vez tenga entre los dientes
una cutícula tan bella que germinó en ti
y tengas ganas de analizar mi alocada saliva,
allí encontraras un beso y un hasta luego,
un corazón palpitando en tu mano,
una temporada en tus seductoras miradas.