En qué clase de monstruo te estás convirtiendo, me dijo una vecina,
por qué la rareza de esos ojos color de las verduras
que se escogen en el ardor de la compra al aire libre,
por qué resoplas ante las visiones ordinarias de las frutas.
Soy de esa misma clase que intenta huir
con sus saltos, sus sobresaltos y sus reacciones orgánicas.
Una zancada destroza el impenitente florero
y sus flores ya no solucionan nada
y rebusco en la basura ajena alguna evidencia de la unión,
el uso de alguna soledad o de una trizada soberbia,
el desgaste de la hora perfecta, el retazo privado hecho público consuelo,
esas cáscaras tibias que envuelven un humor sincero.
Soy de esa clase de tontos que lo cree todo cuando se aparea
y duda de toda la sociedad cabría
y se llena de angustias y carga su costal de pelos y de celos
y de frustraciones, con la urdimbre de lo normal parecido,
con una organización de melodías impúdicas y una razón despeinada.
Me arrojan piedras y caramelos cuando pueden
y cuando puedo las junto para hacer alguna canción,
en un supermercado soy un disfrazado más,
uno de esos que te jalan con escaparate cómico
y busca asalariados de tragos cortos y posicionados ojos color artefacto.
Cuándo será el momento de no venderme a las horas,
el momento de despertar y no regalarme a su orgullo
y salir del círculo infernal
de sus senos,
cuándo podré recostarme y rascarme
en el árbol de los cerezos,
vecina, soy de esa clase que busca escarbar
un poco de paz , un poco de pasto y orinar,
un poco de oruga y charlar
lejos de ese aire raro
que vale un impuesto a la renga.
lunes, 17 de septiembre de 2007
Mi amiga Marian Ramentol me dejó su comentario y le agradezco mucho , he aquí sus palabras y su poema:
Un placer descubrir tu voz, atrevidamente tímida. Yo, que soy una gran amante de las imágenes, he disfrutado de esas pinceladas escapadas de un bello lienzo, son precisamente las que se escapan, las que siempre acaban atrapándome.
Una muestra de mi voz, por si te animas a publicarlo en tu blog como colaboración, yo he intentado mansártelo como comentario pero me pide una cuenta de google que no tengo.
Repito, un placer.
OLVIDASTE QUE LA PAUSA ERA NECESARIA PARA CONTAR LAS MIGAJAS DE TU ACALORADA RENDICIÓN
Te miro serena
y mi boca jura que estoy bendita
frente a tus ojitos de sorpresa.
Desde el verso venenoso te doy la bienvenida
a los espejos que revientan por las noches
y de tanto manosear las tumbas,
se convierten en la fatal epidemia
que deja en estado paralítico el corazón.
Soy ese amuleto oscuro que se ofrece
para que descanses tus frases poderosas
cuando haces detonar los pétalos,
que desde el fondo de tu profecía ámbar
esperan su turno para ser los maestros de ceremonia
en el bautizo de las cifras escandalosas
de todas nuestras violaciones.
Soy la vieja farola que desde la trastienda de tu vida
vende eclipses de plástico adaptables para obesos
y te hizo olvidar que la pausa era necesaria
para contar las migajas de tu acalorada rendición.
Un placer descubrir tu voz, atrevidamente tímida. Yo, que soy una gran amante de las imágenes, he disfrutado de esas pinceladas escapadas de un bello lienzo, son precisamente las que se escapan, las que siempre acaban atrapándome.
Una muestra de mi voz, por si te animas a publicarlo en tu blog como colaboración, yo he intentado mansártelo como comentario pero me pide una cuenta de google que no tengo.
Repito, un placer.
OLVIDASTE QUE LA PAUSA ERA NECESARIA PARA CONTAR LAS MIGAJAS DE TU ACALORADA RENDICIÓN
Te miro serena
y mi boca jura que estoy bendita
frente a tus ojitos de sorpresa.
Desde el verso venenoso te doy la bienvenida
a los espejos que revientan por las noches
y de tanto manosear las tumbas,
se convierten en la fatal epidemia
que deja en estado paralítico el corazón.
Soy ese amuleto oscuro que se ofrece
para que descanses tus frases poderosas
cuando haces detonar los pétalos,
que desde el fondo de tu profecía ámbar
esperan su turno para ser los maestros de ceremonia
en el bautizo de las cifras escandalosas
de todas nuestras violaciones.
Soy la vieja farola que desde la trastienda de tu vida
vende eclipses de plástico adaptables para obesos
y te hizo olvidar que la pausa era necesaria
para contar las migajas de tu acalorada rendición.
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