lunes, 17 de septiembre de 2007

ESA CLASE DE MONSTRUO

En qué clase de monstruo te estás convirtiendo, me dijo una vecina,
por qué la rareza de esos ojos color de las verduras
que se escogen en el ardor de la compra al aire libre,
por qué resoplas ante las visiones ordinarias de las frutas.
Soy de esa misma clase que intenta huir
con sus saltos, sus sobresaltos y sus reacciones orgánicas.

Una zancada destroza el impenitente florero
y sus flores ya no solucionan nada
y rebusco en la basura ajena alguna evidencia de la unión,
el uso de alguna soledad o de una trizada soberbia,
el desgaste de la hora perfecta, el retazo privado hecho público consuelo,
esas cáscaras tibias que envuelven un humor sincero.

Soy de esa clase de tontos que lo cree todo cuando se aparea
y duda de toda la sociedad cabría
y se llena de angustias y carga su costal de pelos y de celos
y de frustraciones, con la urdimbre de lo normal parecido,
con una organización de melodías impúdicas y una razón despeinada.

Me arrojan piedras y caramelos cuando pueden
y cuando puedo las junto para hacer alguna canción,
en un supermercado soy un disfrazado más,
uno de esos que te jalan con escaparate cómico
y busca asalariados de tragos cortos y posicionados ojos color artefacto.

Cuándo será el momento de no venderme a las horas,
el momento de despertar y no regalarme a su orgullo
y salir del círculo infernal
de sus senos,
cuándo podré recostarme y rascarme
en el árbol de los cerezos,
vecina, soy de esa clase que busca escarbar
un poco de paz , un poco de pasto y orinar,
un poco de oruga y charlar
lejos de ese aire raro
que vale un impuesto a la renga.

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