Neblina,
tú no sabes lo que llevo dentro,
tú no sabes porque no eres humana,
eres del cielo,
tú no sabes de mis días
revueltos en cóleras y tormentos,
tú no sabes que ayer
maté el amor
y que saqué de su corazón
grises torcazas y un río helado;
en sus orillas , lirios enojados,
y en su fondo;
confusas amantes
y musas de bolsillo.
Neblina,
te he mirado fijamente,
eres distinta,
calandria evanescente
que se posa en mi mente
voraz y repentina.
Neblina,
aunque todo sea inútil
como la poesía
yo aguardaré cada invierno
para que regreses
y me devuelvas el cadáver
de ese espejismo.
Neblina
no intentaré por ti una caricia,
sería en vano,
no tienes cuerpo,
y aunque tú me haces
tiritar de insomnio,
yo te devuelvo
el humano aliento,
el calor y el riesgo
de la soledad,
el silencioso río
de la incertidumbre.
(Qué agua tan fresca
para mi alma,
qué fractura tierna
para mis manos)
Neblina,
yo me entrego a la noche
como una fiera,
le arranco las ropas
y sólo queda
esa luna morena,
desnuda entre las uvas,
dispuesta al temblor
de mis hojas de lluvia.
Neblina,
tú no sabes,
yo soy malo
y le hago el dolor
a la dulzura
y le hago el amor
a las palabras
yo también sé hacer sufrir
y sé que si me tocas
te disiparías y morirías
porque mi piel
a veces
es el pleno sol.
jueves, 13 de septiembre de 2007
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